viernes, 4 de diciembre de 2009

Nadia es nadie

Escucho a mi madre decir que soy nadie y tal vez tenga razón. No sirvo para nada, dando más problemas que soluciones. Merezco lo peor. Ya no tengo esas ganas de vivir que tenía en un principio, toda esa vitalidad se fue con el pasar del tiempo. Creo que fui un error de mis padres, por eso debe ser que me odien. Pero, me gustaría hablarles, decirles que fue contra mi voluntad estar aquí, que olviden que existo, ¿es acaso tanto pedir? ¡Dios, cállanse! Hasta acá escucho sus gritos, sus insultos y sus voces. Por favor, déjenme en paz.

(...)

Ya no se molesten más conmigo, prefiero desaparecer si eso es lo que quieren. Tal vez eso es lo más probable que hagan: extraerme de mi habitación sin ventanas, llevarme una bolsa negra y dejarme tirada en algún lado para no estorbar. Así, sentiré el cariño del frío, el suave soplido del viento, el terror de las calles y las miradas de los extraños. No necesito a nadie más que a mí misma para cuidarme, entonces ¿qué esperan para botarme?, ¡qué esperan!

Un gemido fuerte sale de la boca de la mujer embarazada, todo había terminado. Nadia fue abortada.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Máscara

Quiero aparentar ser fuerte. Y odio que me este saliendo. A pesar de que trato de que alguien inmediatamente se dé cuenta de como soy interiormente y no exteriormente, nadie logra abrir esa capa de maldad pura que solo cubre el rostro y el cuerpo de una persona sensible. La mayoría me tiene miedo y la otra parte me odia. Jamás quise ganarme enemigos, sólo amigos. Claro que tengo algunos, sin embargo ellos pasan el rato conmigo, nada más. Admito que fue mi error en crear este personaje, este esteriotipo, esta máscara, pero era inevitable un mundo como esté me comía lentamente, saboreaba mis miedos y se reía de mis penas. No podía lidiar más con eso. Luego, apareció esa creación en mi cabeza y pensé por que no darle un intento. Es así como se formó ese ser maquiavélico y sin escrúpulos que sigue impregnado en mí, consciente de lo que hago y pienso. Ahora quiero deshacerme de él, pero es inútil no quiere desaparecer. ¡Vete, ser imaginario, nadie te quiere aquí, vete!

La marca de Caín

Me arde, me arde mucho. ¡Dios, es insoportable! No puedo lidiar más con esto. Mi frente me pesa más que a mi propio cuerpo, me duele caminar y no tengo a otra cosa más a mi lado que arena.

He peregrinado durante años, sin poder establecerme en un poblado. Temen de mi marca, piensan que estoy maldito, que he sido castigado. Pues, tienen mucha razón, fácil estoy maldito; pero se equivocan al de decir que estoy condenado, ya que ahora siento mejor la libertad, la cual nunca había tenido antes cuando vivía con mis padres y mi hermano.

En el Edén, el lugar de mi procedencia, lo tenía todo, absolutamente todo. No podía quejarme, pero había algo que me molestaba bastante: mi hermano. Su cara, sus gestos, su insaciable alegría, su tonta necesidad de ayudar a los demás, su estúpida humildad, todo eso junto me enfermaba. Tenía que parar, ya había tolerado bastante su presencia por mucho tiempo. De repente, escuche una palabra en mi oído, fue claramente "matalo". Una sonrisa dibujó mi rostro y, agarrando el objeto más cercano a mi mano, lo maté a golpes hasta que dejara de llorar y gritar como niña.

Mi crimen era perfecto, había quemado todo su cuerpo y sus cenizas se fueron con el viento; sin embargo un ser sobrenatural me llamó desde lo alto del cielo, se decía llamar Dios. Me preguntó por mi hermano y yo le dije que no sabía su paradero. Por una extraña razón, la cual es inexplicable para mí, adivinó que había matado a mi hermano, aduciendo que lo sabía todo y que no lo podía engañar. Le di la espalda a Dios, no tenía porque seguir con la conversación. De la nada, el cielo oscureció y un rayo tocó rapidamente mi frente, produciendome esta marca, maldita marca. Lo último que me dijo fue que si mi marca se volvía negro, moriría.

Desde ahí, no volví a escuchar a Dios. Cada día que pasa, mi marca se oscurece y el ardor me produce dolores constantes de cabeza hasta el punto de lograr desmayarme. No quiero aparentar ser débil, pero como dije en un principio ya me estoy cansando. Solo espero que mi marca termine su coloración para poder morir feliz, sí, feliz de que mi hermano no esta. Feliz de fallecer con mi orgullo. Feliz de soportar las adversidades. Feliz de todo.

lunes, 23 de noviembre de 2009

El mundo de Jorge Luis

Rayado, sí, con muchas rayas alrededor. Ese es el mundo que veo yo. A veces suelo encontrar algunas figuras que se forman según mi pensamiento, pero la mayoría solo son conjuntos de líneas que se trazan por sí solas.

No hay ningún significado, ninguna interpretación. Solo fluye por naturalidad. Es realmente muy extraño y solo la idea de adentrarme a este lugar me da escalofríos, sin embargo soy succionado a la fuerza hacia este mundo de fantasía, surreal.
Ya adentro, doy una caminata por el "camino" que hay entre esos dos espacios gigantes de pensamientos, ideas y dibujos. Aprecio mucho el contorno en el que estoy rodeado, me da absolutamente otra perspectiva de ver el planeta. Me adueño de las ideas fascinantes que obtengo de todo este universo, guardándolas muy bien en mi libreta de anotaciones para poder recordarlas después. Cierro la libreta y prosigo mi camino.
No es tan diferente el mundo realista que el mío. En la Tierra hay un sol que arde y una luna que ilumina, en el mío hay un sol que mira y una luna que sonríe. En la Tierra hay animales, de todas las razas, de diferentes formas y tamaños, en el mío son figuras que parecen criaturas de varias colores. Así, sucesivamente, se puede encontrar esas similitudes que vuelve a mi mundo común, normal.
Cansado, me siento, esperando salir de la misma forma que entré. La espera no es larga, algo del otro lado me succiona y me saca de mi mundo (realidad). Miro hacia los costados y me encuentro en mi pupitre al frente de mi libreta de anotaciones. Le doy una repasada a las anotaciones que anote y, luego, me pongo a escribir.
Se me ocurre las historias más impresionantes y sorprendentes que jamás había escrito. Las escribo con tal destreza que yo mismo me desconozco. Rápidamente, termino uno, dos, cuatro, diez cuentos cortos. Reviso y leo cada texto que he creado, me gustan. Los coloco en un libro para poder, después, mandarlas a alguna editorial que me pueda aceptar. Sí, es mi primer libro y confio que funcione.
El sol se está poniendo triste y oscurece. Aguardo con muchas ansias, volver a ese mundo que me brindo esta inspiración.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Pasión

No cabe duda que era ella. La miraba cada vez más cerca de donde me encontraba y hasta ahora no tenía las palabras correctas para comenzar una conversación normal. Su figura me perturbaba, hacía que cada parte de mi cuerpo sintiera una descarga eléctrica de nunca acabar. Sí, si se puede decir que estoy nervioso. No es normal poder conocer una chica tan bella como ella todos los días. Idee un plan mental de lo que iba hacer, lo más rápido posible, antes que apareciera enfrente de mi persona. Pero, era inútil las facciones de su cara, su cuerpo, sus caderas, sus piernas me sacaban de mi concentración. ¡Cómo la quiero, cómo la deseo! Si la tuviera a mi lado, haría maravillas con ella y no saben cuántas serían miles, muchísimas. No me quedaba mucho tiempo, se iba a ir, se iba a pasar de largo sin poner conocer, debía hacer algo al respecto, pero no se me ocurría nada. Como repito, su belleza me nublaba, era imposible pensar tanto estando ella presente. Solo le tomó 3 segundos en pasar por mi lado sin notar mi posible existencia en la banca que acababa de pasar. Baje mi sombrero para que tapara mis ojos. Estaba decepcionado de mi persona, yo sin poder hablarle a una mujer. Nunca.

Luego de reflexionar sobre mis actos, camino a casa un poco intranquilo, impotente. Llego a casa, entro, cierro la puerta, me baño, me cambio y leo a una obra de Vladimir Nabokov: Lolita. Humbert, el protagonista del libro, es un ser humano tan impotente, tan sensible, tan tonto como yo. Como no le va a poder hablar una niña de 12, es tan simple y yo que tengo que hablar a una de 30, no creerá Nabokov que eso es complicado. Mientras juzgo el final del libro, se me ocurrió una idea de la más descabellada. Es perfecta y peligrosa a la vez. Me encanta. No puedo evitar mostrar una sonrisa y luego lanzar una carcajada de locura o felicidad. Yo no sé. Pero, lo que sí se es que si no puede ser mía, no será de nadie. Veo mi reloj de mano, eran la 1:00 a.m., tiempo de dormir. Mañana será un gran día.

Amanecí temprano, suelo levantarme tarde, pero como hoy es un día especial, no podía darme ese lujo. No necesitaba lápiz y papel para plasmar mi asesinato. Todo es un proceso mental que ya lo tengo detenidamente bien memorizado. ¡No se imaginan la sorpresa que se va a llevar! Expresaba mi felicidad o locura en lo más dentro de mi ser, pero exteriormente mostraba un rostro serio. No quiero que nadie se de cuenta de mis emociones, eso me pone débil. Pasaba por el mismo parque, por la misma banca por la misma ruta, todas las noches. Estacione mi carro cerca del parque. Esta vez si lo necesitaba. Era muy fácil lo que voy a hacer hasta podía decir demasiado para mi gusto. Ya se acercaba la hora y yo ya estaba listo. Espere y espere. ¡Maldita sea, donde se encuentra! Odio esperar, quiero que esto termine rápido.

La divise ahí a lo lejos, sí era ella, por fin, se hizo acaso de rogar para venir a este parque. Pues claro, ella no iba a fallar y, ahora, yo tampoco. Su caminata era lenta, lentísima. Justo, hoy le ha dado ganas de caminar con esa paciencia, la cual carece mi persona. ¡Por favor, acércate más! Te juro que no dolerá en lo más mínimo. Sin embargo, su caminata seguía con una lentitud que me tenía nervioso y desesperado. En ese momento, no pude controlarme más, perdí la cordura. Corrí lo más rápido posible, me ubique atrás de ella sin que lo notara y antes que emitiera algún sonido, le rompí su cuello, matándola en el acto. No permití que su cuerpo cayera al suelo, jamás. Ahora me pertenece y la conservaré (sí, cambie mi plan, ya no importa). Por supuesto, la cargue de inmediato para que nadie notara que estaba muerta. Camine directo a mi carro y la lleve a mi casa.

Permanecí unos minutos con ella, hablando como si nos tuviéramos conociendo. Eso hubiera sido lo mejor para lo dos. Cuando termine, analice que tendiéndola mucho tiempo aquí en mi habitación, haría que perdiera su olor representativo y su inigualable belleza. No quería que ocupara mucho espacio en mi jardín, así que corte cada miembro de su cuerpo con tal exactitud que ningún carnicero lo hubiera hecho mejor. No deje ningún rastro de sangre alrededor. Cave el hoyo con una profundidad que no pasa el metro y medio. Ubique todas las partes de manera que ocupara todo el espacio y procedí a enterrarla. Cuando finalice, me sentí más tranquilo. Con esa serenidad me dije a mismo: “ya habrá más mujeres como ella que tendrán la oportunidad de conocerme”.