viernes, 4 de diciembre de 2009

Nadia es nadie

Escucho a mi madre decir que soy nadie y tal vez tenga razón. No sirvo para nada, dando más problemas que soluciones. Merezco lo peor. Ya no tengo esas ganas de vivir que tenía en un principio, toda esa vitalidad se fue con el pasar del tiempo. Creo que fui un error de mis padres, por eso debe ser que me odien. Pero, me gustaría hablarles, decirles que fue contra mi voluntad estar aquí, que olviden que existo, ¿es acaso tanto pedir? ¡Dios, cállanse! Hasta acá escucho sus gritos, sus insultos y sus voces. Por favor, déjenme en paz.

(...)

Ya no se molesten más conmigo, prefiero desaparecer si eso es lo que quieren. Tal vez eso es lo más probable que hagan: extraerme de mi habitación sin ventanas, llevarme una bolsa negra y dejarme tirada en algún lado para no estorbar. Así, sentiré el cariño del frío, el suave soplido del viento, el terror de las calles y las miradas de los extraños. No necesito a nadie más que a mí misma para cuidarme, entonces ¿qué esperan para botarme?, ¡qué esperan!

Un gemido fuerte sale de la boca de la mujer embarazada, todo había terminado. Nadia fue abortada.

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